sábado, 22 de marzo de 2008

Accidentally In Love

Todo cambió en un momento....o no, es probable que nada cambiara, que simplemente abriera los ojos y encontrara en tí a esa persona capaz de alegrar las tardes más lluviosas de aquella ciudad costera del norte en la que últimamente no sale el sol...y sigue sin salir...pero el tiempo ya no corre...ahora podemos esperar juntos...cuando quiera...si no haremos de la lluvia nuestro aliado...saltaremos sobre los charcos (o no)...pero disfrutaremos de cada segundo como si lo hicieramos...y es que ahora lo se...lo siento por no decírtelo antes...pero, ¿qué le voy a hacer si ayer era ayer?...los días traen sorpresas, el tiempo trae alegrías inesperadas...y he encontrado por fin ese cerrojo que me traía de cabeza, te encontré y...
Tú...el que había entrado en mi vida con empujones cariñosos...el que poco a poco se hizo un hueco en todo este mundo extraño en el que vivo...tú, que te conformabas con estar ahí, con estar presente...tú, que te merecías un espacio grande y con vistas al mar, tú estabas ahí. Y ahora cada vez que lo pienso me alegro...recuerdo como nunca las primeras miradas un tanto perdidas por el alcohol y la música...recuerdo el primer contacto, un poco difuso en mi memoria por las ganas y el deseo...por el miedo y la curiosidad...recuerdo las primeras palabras que te oí decir...y recuerdo las últimas...recuerdo tantas cosas que no quiero dejar de recordar...cada una trae consigo sentimientos tan nuevos y diferentes que me siento como un niño el primer día de cole.
Y es irónico pensar que un paseo por la playa a altas horas de la madrugada puede aclarar tanto...ni el alcohol, ni el sueño, ni el frío (más por ti que por mí)...evitaron que me diera cuenta de lo que quería en ese momento...a partir de ese momento. Te pedí tiempo y paciencia y no te importó esperar...te pedí libertad y te sobró...me diste espacio, me dejaste pensar las cosas sin presiones y sin miradas de reproche...supiste estar ahí pendiente, preparado para mover pieza cuando fuera tu turno...y la jugada fue maestra. Y mi sombra muere de ganas por caminar otra vez de la mano de la tuya.

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